domingo, 15 de marzo de 2009

TITULO 6 ¿Quién mató a la llamita blanca? Rodrigo Bellot

Vuelvo a este ya desolado rincón ciberespacial después de poco más de un mes de viaje mochilero al norte de Chile (San Pedro de Atacama) y Bolivia (Cochabamba y La Paz). Vuelvo a escribir después de un mes de puras vivencias y pensamientos sin registro físico, ni fotos ni letras, pero que han engrandecido mi metafísica alma.
Tuve la suerte de conocer a una escuela de cine Boliviana, "La Fabrica", que produjo esta película, cuyas gentes me mostraron y enseñaron su cine, y yo vengo a contarles un poco lo que aprendí de este infinito micro universo (aprendí y conocí solo parcialmente aquella infinitud, pero alcanza en una entrada de blog)



El cine, como forma de expresión de cultura, cambia con ella, moviéndose como se mueve la psiquis de las sociedades.
El cine latinoamericano está cambiando -y desde hace mucho- tal como cambia la misma Latinoamérica. El sincretismo es evidente, y las fuerzas culturales chocan y modifican a las masas de la misma forma en la que el viento, las aguas y otros factores han modificado la corteza geológica de nuestro planeta, valles y cerros, colores y formas. No podemos ser inmediatamente concientes del cambio, que se da de forma gradual. Es cierto que a primera vista estos cambios nos parecen lentos, pero cuando contemplamos su magnitud nos parecen rapidísimos...
De aquí nace un debate ético sobre el tema de las culturas y sus cambios. Es mirado desde el punto de vista de dos éticas diferentes producto de las mismas dos grandes culturas iniciales, que colisionaron hace más de 500 años en estas tierras y que aún chocan. Nuestros antepasados, nuestros muertos, ¿viven en nosotros? ¿Viven en nuestras tradiciones, ya que éstas provienen de ellos?. Y si cambiamos nuestras tradiciones, ¿ellos mueren por nuestros cambios? ¿Entonces es o no correcto romper con nuestras tradiciones, con nuestras creencias, con nuestros estilos cinematográficos, con nuestras etnias, desplazadas por la conquista cultural europea?, ¿hay que pensar esto o simplemente cambiar y ser? ¿Hay una cultura, o rasgos culturales mejores que otros?

y…¿Quién mató a la llamita blanca?
El eje central de esta comedia (que se presenta más bien como excusa para contar un sinfín de historias y de costumbres sociales, nuevas y antiguas) es la historia de una pareja de “maleantes”. Un tanto ingenuos, Jacinto y Domitila son presentados irónicamente como héroes, representantes del bajo pueblo huérfanos de padres y madres, y con ello de identidad y moral. A estos personajes sin pasado ni futuro se les presenta una misión que podría cambiar sus vidas: trasladar 50kg de cocaína a la frontera. No saben que están siendo utilizados como señuelos para captar la atención de los medios y de la policía. Son perseguidos por “una pareja poco dinámica” de “Las fuerzas especiales de la lucha contra el narcotráfico” (bastantes especiales, por cierto, por ser igualmente ingenuos que los fugitivos). Lo que realmente quiere hacer la película es llevar al espectador por un paseo por la diversa Bolivia, a modo de road movie. El narrador nos explica ese paseo como si fuéramos turistas en tierra extraña y nos lo traduce tanto léxicamente como culturalmente, contándonos cómo son las cosas.

Sincretismo cinematográfico...

La película es en sí prueba de los cambios culturales en Latinoamérica, ya que está influenciada -sin menospreciarla- por el estilo americano más hollywoodense. Es sincretismo cinematográfico que no sólo está en el guión, sino también a nivel semiológico, en la forma de hacer cine y de entender la imagen (pistolas, historias aceleradas, humor negro, personajes caricaturescos y clichés, etc.). Detrás de ésto, mas allá de la forma, muestra un trasfondo evidentemente crítico e ideológico respecto a la gran estafa a la que esta siendo sometido el pueblo Boliviano desde hace siglos, anunciando y exigiendo un cambio que tiene necesariamente que nacer de los mismos individuos, dispuestos a romper su complicidad. No es una película meramente crítica sino que es autocrítica, y eso se siente… Esa misma autocrítica paradójicamente genera unidad, critica ese mundo fragmentado que no debería estarlo.

El sincretismo sigue, dentro de la película, en todos los niveles semiológicos. El rock se mezcla con la música tradicional, los planos y su duración son frenéticos y contienen mucha acción, como dijimos, bastante americanizados, sin dar lugar a la contemplación ni a la estética neorrealista característica del cine latinoamericano tradicional. El montaje es delirante y la edición está ultra utilizada, generando un caos intencional que exacerba el frenesí de la persecución sobre la que gira la historia.

No sólo la historia y la forma en la que se cuenta es caos, sino que toda Bolivia lo es. Todo es contradicción, pobreza-carnaval, racismo interno, confusión, políticos corruptos. Irónicamente los traficantes utilizan los trajes típicos como disfraces para pasar desapercibidos de acuerdo a cada lugar (¿uno, el turista iluso, no puede confiar del indígena que está al lado tuyo?). Se atomiza con superficialidades provenientes del exterior, concursos de miss y mister Bolivia, costumbres que irónicamente llevan el título de civilizadas. La religión católica es criticada, considerándola como simple adoración de figuras de yeso sin espiritualidad religiosa, que no salvan a nadie pero prometen salvación al pueblo.

"Estos serían los tres regalos para el pueblo: la incertidumbre, la hipocresía y la impotencia"

En medio de ese caos social y gracias a él, los poderosos ("gringos" narcotraficantes y cínicos enriquecidos a costa de "la blanca", políticos corruptos abusadores, etc.) se ven beneficiados, aprovechándolo para invisibilizarse y mantener sus privilegios.
La película se burla constantemente de ese caos sin sentido. El núcleo caótico en el que se focaliza es en la división étnica, la discriminación racial interna y de costumbres entre cambas y collas, movidos por las diferencias culturales y por sus respectivos roles económicos. Es la Bolivia dividida en dos: unos que se creen más civilizados por ser más mestizos y además poseer gran parte de los recursos de riqueza natural, y los otros, de sangre más indígena, que poseen una riqueza menos tangible proveniente de sus valores culturales.

Al final de la película, en ese mundo caótico e incomprensible, nace un llamando a romper con la pasividad y la complicidad que permite a las clases dominantes estar donde están. Ellos están allí porque el pueblo (representado por Jacinto y Domitila, junto a los dos policías que los persiguen) se deja dominar, porque se fragmenta en rivalidades sin sentido e intentan sobrevivir aislados, cada cual como puede, cumpliendo los roles que los mismos poderosos les hacen cumplir. El mensaje queda claro en la escena en la que la pareja de pobres narcotraficantes (que a lo largo de la película se muestra cómo están siendo utilizados y presionados socialmente para delinquir, producto de un pasado sin oportunidades) apuntan con sus pistolas contra los dos policías también armados que los perseguían. Los policías eran, justamente, un camba y un colla que poco a poco habían aprendido a quererse. Domitila los encara con que trabajan para una institución aprovechadora que finge proteger pero que por detrás permite el tráfico de armas y drogas. "En este país no somos nadie, para servir a los jailones nomás nos utilizan, dense cuenta, sirviendo a la autoridad, ¡qué autoridad carajo! ¡Los están usando y a nosotros también!... todos se lo llevan los jerarcas.. los únicos que se enriquecen son los de arriba... nosotros sólo queremos trabajar!...".

Una vez, hace mucho tiempo, leí una frase de Antón Chéjov que quedó marcada en mi y se presentó en reiteradas ocasiones en mi mente a lo largo de mi viaje, cuando escuchaba las historias de los hombres de las tierras del norte: "Escribe de tu pueblo y serás universal". Es cierto. Esta historia no es sólo de Bolivia, en esencia es la de toda Latinoamérica, cada país es un matiz distinto de la misma historia. Pero eso ya da para otra entrada…

y por último…. Que viva Bolivia carajo!! Latinoamérica unida! uni de uno...
Y muchas gracias a mis amigos de allá, especialmente al seta y al nacho que me acogieron, recibieron y me dieron mucha, mucha, mucha comida... extraño las salteñas!!